jueves, noviembre 19, 2015

El Vuelo

El alto vuelo sigo
con mis manos:
honor del cielo, el pájaro
atraviesa
la transparencia, sin manchar el día.

Cruza el oeste palpitando y sube
por cada grada hasta el desnudo azul
todo el cielo es su torre
y limpia el mundo con su movimiento.

Aunque el ave violenta
busque sangre en la rosa del espacio
aquí está su estructura:
flecha y flor es el pájaro en su vuelo
y en la luz se reúnen
sus alas con el aire y la pureza.

¡Oh plumas destinadas
no al árbol, ni a la hierba, ni al
combate,
ni a la atroz superficie,
ni al taller sudoroso,
sino a la dirección y a la conquista
de un fruto transparente!

El baile de la altura
con los trajes nevados
de la gaviota, del petrel, celebro,
como si yo estuviera
perpetuamente entre los invitados:
tomo parte
en la velocidad y en el reposo,
en la pausa y la prisa de la nieve.

Y lo que vuela en mí se manifiesta
en la ecuación errante de sus alas.

¡Oh viento junto al férreo
vuelo del cóndor negro, por la bruma!
Silbante viento que traspuso el héroe
y su degolladora cimitarra:
tú guardas el contacto
del duro vuelo como una armadura
y en el cielo repites su amenaza
hasta que todo vuelve a ser azul.

Vuelo de la saeta
que es la misión de cada golondrina,
vuelo del ruiseñor con su sonata
y de la cacatúa y su atavío!

Vuelan en un cristal los colibríes
conmoviendo esmeraldas encendidas
y la perdiz sacude
el alma verde
de la menta volando en el rocío.

Yo que aprendía volar, con cada vuelo
de profesores puros
en el bosque, en el mar, en las
quebradas,
de espaldas en la arena
o en los sueños.
me quedé aquí, amarrado
a las raíces,
a la madre magnética, a la tierra,
mintiéndome a mí mismo
y volando
solo dentro de mí,
solo y a oscuras.

Muere la planta y otra vez se entierra,
vuelven los pies del hombre al
territorio,
sólo las alas huyen de la muerte.

El mundo es una esfera de cristal,
el hombre anda perdido si no vuela
no puede comprender la transparencia.

Por eso yo profeso
la claridad que nunca se detuvo
y aprendí de las aves
la sedienta esperanza,
la certidumbre y la verdad del vuelo.

-Pablo Neruda-

jueves, octubre 29, 2015

El Instante

"¿Dónde estarán los siglos, dónde el sueño
de espadas que los tártaros soñaron,
dónde los fuertes muros que allanaron,
dónde el Árbol de Adán y el otro Leño?

El presente está solo. La memoria
erige el tiempo. Sucesión y engaño
es la rutina del reloj. El año
no es menos vano que la vana historia.

Entre el alba y la noche hay un abismo
de agonías, de luces, de cuidados;
el rostro que se mira en los gastados
espejos de la noche no es el mismo. 


El hoy fugaz es tenue y es eterno;
otro Cielo no esperes, ni otro Infierno
"



-Jorge Luis Borges-


miércoles, octubre 07, 2015

Insomnio.


Tu mano apoya contra el pecho mío
¿Oyes de un rudo golpe la inquietud?...

Es que hay adentro un carpintero impío
que labra mi ataud
Y no cesa un instante el golpe fiero
y en vano intento al sueño recurrir...

Acaba, acaba, pronto, carpintero,
acaba pronto...

¡Y déjame dormir!

-Heine- 


lunes, octubre 05, 2015

En blanco y negro.


Los mendigos anónimos 
vienen del cine mudo 
posan en blanco y negro.
En la mano extendida 
en el platillo estéril 
en la gorra tumbada 
en el viejo estribillo 
en el tango que narra 
de chanfle la miseria 
está toda la historia 
esa que no sabemos.
Los mendigos anónimos 
antes tenían nombres 
y memoria y subtítulos.

Mario Benedetti.


domingo, octubre 04, 2015

Adverbios de Lugar.

Aquí es donde estoy yo.
Esté donde esté
yo siempre estoy aquí donde me ves.
Esta casa, estas caras, estas cosas
cansan, porque aquí cansa.
Aquí hace sed de irse, sed de allí.
Pero allí es el lugar donde jamás podré estar,
donde yo soy imposible.
Vaya adónde vaya,
allá donde yo llegue será aquí
y estaré ya esperándome a mí mismo
con un ramo de rosas iguales en la mano.

Ahí es tu aquí.
Ahí parece un grito porque es donde te duele.
Yo quiero estar ahí, donde estás tú,
tú aquí o, mejor, los dos allí, remotos, juntos
porque lo vivo es lo junto.
Ahí hay el amor que no hay aquí.
Esas cosas tocadas por tus manos,
eso que piensas, dices, callas, sueñas,
esos lugares donde estás sin mí,
eso deseo, eso necesito.
Y ser tu ahí, tu aliento intercalado.

Allí es la salvación, el espejismo
nacido de la sed de estar aquí.
Allí sí que seríamos felices,
donde tu aquí y mi ahí estarían juntos,
comerían perdices que no existen.
Allí es la lluvia aquella
que cae sobre este páramo sediento.
Allí es Jauja, el Dorado.
No hay palabras
que puedan dar idea de aquel sitio.
Las palabras son éstas, nunca aquéllas.

Yo estoy aquí y tú ahí y allá nosotros cuándo.
Esto es piedra. Eso es seda. Aquello es mar.

Aquí, hogar imposible, íntima ausencia,
odiado domicilio, cárcel del cada día.

Ahí, calor del tú, tu vida mía,
tesoro de tu isla, aire de amor.

Allí, donde no estamos, llueve sobre la vida
que nunca será nuestra y nos aguarda.


(Adverbios de lugar, 2004. Juan Vicente Piqueras)






     -Pares o Nones-

Miro tus manos tranquilas

y que los pozos más claras.
¡Tan negras las paraparas
relucen cual tus pupilas!
Tú las recoges. Vacilas
mientras la risa despuntas;
tu voz me tira sus puntas
y a pleno sol meridiano
cerrando toda la mano:
«Cuántas habrá?», me preguntas.

Clavel de trémulos dones
pone a sangrar tu corpiño,
y hasta mi propio cariño
juegas al pares y nones.
Quiza te muevan razones
que confesar no has querido;
por eso al verme perdido
dices con aire señero:
«Si tengo pares, te quiero;
si tengo nones, te olvido.»

Tiras mi suerte en azares
que son un grave tormento;
tus dedos cuento y recuento
y van saliéndome pares.
De dos en dos tus lunares
llevan atrás mis antojos.

Pares tus ósculos rojos
que le robé a la fortuna,
y como aljibes con luna
me dicen pares tus ojos.

Hasta los dengues sencillos
en ti son mimos ardientes,
y pues son pares tus dientes,
pares tambien tus zarcillos,
pares los blancos tobillos,
pares los senos saltones;
pienso por muchas razones
que tu cariño me gano.
Pero al abrirte la mano,
tu corazón dice «¡nones!»

(Del poeta venezolano Ernesto Luis Rodriguez)






viernes, octubre 02, 2015

       Honda es la noche.

Honda es la noche y no nos basta amar

cuando en la sangre sola se estremece,
como el niño que fuimos, la inocencia
al ver en qué nos hemos convertido.

Honda es la noche. 
Nos duelen los ojos desalentados. 
Dime si nos vale la pena
esta felicidad agazapada,
este oficio cobarde, este ir tirando.

Honda es la noche y ya nada nos basta
sino amar el amor y hacernos daño.

(La latitud de los caballos) 1999
Juan Vicente Piqueras





lunes, septiembre 28, 2015


 Ayer en la noche.
(keis_luvin)

Disculpa la fecha
la hora, el día;
disculpa los años
las melancolías;
disculpa las veces
que nunca te quise;
disculpa si estuve,
pero no me viste.

Disculpa si estoy
y sigo sobrando;
disculpa si estoy
y sigo faltando.

Ayer en la noche
no quise quererte,
pero cómo explico
que es tan diferente
besarte los ojos
besarte la frente,
ser tuyo en tus labios
y actuar fríamente
pensándolo todo
para no ofenderte
estudiando todo
para no perderte,
pero al mismo tiempo
también complacerme.

Te sigo queriendo
Y quiero quererte.

Del poeta: Dennis Rodríguez.


http://www.predicado.com/work.php?id=246371

miércoles, septiembre 23, 2015

Los Heraldos negros.
Hay golpes en la vida, tan fuertes... 
¡Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; 

como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el Alma... 

¡Yo no sé!

Son pocos; 

pero son... 
Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero 

y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros Atilas;
o los Heraldos Negros que nos manda la Muerte.

Son las caídas hondas de los Cristos del alma
de alguna Fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.

Y el hombre... 

Pobre... 
¡Pobre! 
Vuelve los ojos, 
como cuando por sobre el hombro 
nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, 

y todo lo vivido se empoza, 
como charco de culpa, en la mirada.

Hay golpes en la vida, tan fuertes... 

¡Yo no sé!


-De: César Vallejo, 1918-









jueves, septiembre 10, 2015


Te Amo... 



Te amo,
te amo de una manera inexplicable,
de una forma inconfesable,
de un modo contradictorio.

Te amo
con mis estados de ánimo que son muchos,
y cambian de humor continuamente.
por lo que ya sabes,
el tiempo, la vida, la muerte.

Te amo...
con el mundo que no entiendo,
con la gente que no comprende,
con la ambivalencia de mi alma,
con la incoherencia de mis actos,
con la fatalidad del destino,
con la conspiración del deseo,
con la ambigüedad de los hechos.

Aún cuando te digo que no te amo, te amo,
hasta cuando te engaño, no te engaño,
en el fondo, llevo a cabo un plan,
para amarte mejor.

Te amo...
sin reflexionar, inconscientemente,
irresponsablemente, espontáneamente,
involuntariamente, por instinto,
por impulso, irracionalmente.

En efecto no tengo argumentos lógicos,
ni siquiera improvisados
para fundamentar este amor que siento por ti,
que surgió misteriosamente de la nada,
que no ha resuelto mágicamente nada,
y que milagrosamente, de a poco, con poco y nada
ha mejorado lo peor de mí.

Te amo,
te amo con un cuerpo que no piensa,
con un corazón que no razona,
con una cabeza que no coordina.

Te amo
incomprensiblemente,
sin preguntarme por qué te amo,
sin importarme por qué te amo,
sin cuestionarme por qué te amo.

Te amo
sencillamente porque te amo,
y yo mismo no sé por qué te amo.


-Pablo Neruda-

domingo, septiembre 06, 2015

El seminarista de los ojos
negros.

Desde la ventana de un casucho viejo
abierta en verano, cerrada en invierno
por vidrios verdosos y plomos espesos,
una salmantina de rubio cabello
y ojos que parecen pedazos de cielo,
mientas la costura mezcla con el rezo,
ve todas las tardes pasar en silencio
los seminaristas que van de paseo.

Baja la cabeza, sin erguir el cuerpo,
marchan en dos filas pausados y austeros,
sin más nota alegre sobre el traje negro
que la beca roja que ciñe su cuello,
y que por la espalda casi roza el suelo.

Un seminarista, entre todos ellos,
marcha siempre erguido, con aire resuelto.
La negra sotana dibuja su cuerpo
gallardo y airoso, flexible y esbelto.
Él, solo a hurtadillas y con el recelo
de que sus miradas observen los clérigos,
desde que en la calle vislumbra a lo lejos
a la salmantina de rubio cabello
la mira muy fijo, con mirar intenso.
Y siempre que pasa le deja el recuerdo
de aquella mirada de sus ojos negros.
Monótono y tardo va pasando el tiempo
y muere el estío y el otoño luego,
y vienen las tardes plomizas de invierno.

Desde la ventana del casucho viejo
siempre sola y triste; rezando y cosiendo
una salmantina de rubio cabello
ve todas las tardes pasar en silencio
los seminaristas que van de paseo.

Pero no ve a todos: ve solo a uno de ellos,
su seminarista de los ojos negros;
cada vez que pasa gallardo y esbelto,
observa la niña que pide aquel cuerpo
marciales arreos.

Cuando en ella fija sus ojos abiertos
con vivas y audaces miradas de fuego,
parece decirla: ¡Te quiero!, ¡te quiero!,
¡Yo no he de ser cura, yo no puedo serlo!
¡Si yo no soy tuyo, me muero, me muero!
A la niña entonces se le oprime el pecho,
la labor suspende y olvida los rezos,
y ya vive sólo en su pensamiento
el seminarista de los ojos negros.

En una lluviosa mañana de inverno
la niña que alegre saltaba del lecho,
oyó tristes cánticos y fúnebres rezos;
por la angosta calle pasaba un entierro.

Un seminarista sin duda era el muerto;
pues, cuatro, llevaban en hombros el féretro,
con la beca roja por cima cubierto,
y sobre la beca, el bonete negro.
Con sus voces roncas cantaban los clérigos
los seminaristas iban en silencio
siempre en dos filas hacia el cementerio
como por las tardes al ir de paseo.

La niña angustiada miraba el cortejo
los conoce a todos a fuerza de verlos...
tan sólo, tan sólo faltaba entre ellos...
el seminarista de los ojos negros.

Corriendo los años, pasó mucho tiempo...
y allá en la ventana del casucho viejo,
una pobre anciana de blancos cabellos,
con la tez rugosa y encorvado el cuerpo,
mientras la costura mezcla con el rezo,
ve todas las tardes pasar en silencio
los seminaristas que van de paseo.

La labor suspende, los mira, y al verlos
sus ojos azules ya tristes y muertos
vierten silenciosas lágrimas de hielo.

Sola, vieja y triste, aún guarda el recuerdo
del seminarista de los ojos negros...



-Poema de Miguel Ramos Carrión-


miércoles, septiembre 02, 2015

Rima IV 
(Gustavo Adolfo Bécquer)

No digáis que, agotado su tesoro,
de asuntos falta, enmudeció la lira;
podrá no haber poetas; 
pero siempre habrá poesía.

Mientras las ondas de la luz al beso
palpiten encendidas,
mientras el sol las desgarradas nubes
de fuego y oro vista,
mientras el aire en su regazo lleve
perfumes y armonías,
mientras haya en el mundo primavera,
¡Habrá Poesía!

Mientras la ciencia a descubrir no alcance
las fuentes de la vida,
y en el mar o en el cielo haya un abismo
que al cálculo resista,
mientras la humanidad siempre avanzando
no sepa a dó camina,
mientras haya un misterio para el hombre,
¡Habrá Poesía!

Mientras se sienta que se ríe el alma,
sin que los labios rían;
mientras se llore, 
sin que el llanto acuda
a nublar la pupila;
mientras el corazón y la cabeza
batallando prosigan,
mientras haya esperanzas y recuerdos,
¡Habrá Poesía!

Mientras haya unos ojos que reflejen
los ojos que los miran,
mientras responda el labio suspirando
al labio que suspira,
mientras sentirse puedan en un beso
dos almas confundidas,
mientras exista una mujer hermosa,
¡Habrá Poesía!

-Gustavo Adolfo Bécquer-



martes, septiembre 01, 2015

Con los años...
"Conté mis años y descubrí
que tengo menos tiempo para vivir de aquí en adelante,
que el que viví hasta ahora...

Me siento como aquel chico
que ganó un paquete de golosinas:
las primeras las comió con agrado,
pero cuando percibió que quedaban pocas,
comenzó a saborearlas profundamente.

Ya no tengo tiempo para reuniones interminables
donde se discuten estatutos, normas,
procedimientos y reglamentos internos,
sabiendo que no se va a lograr nada.

Ya no tengo tiempo para soportar absurdas personas que,
a pesar de su edad cronológica,
no han crecido.

Ya no tengo tiempo para lidiar con mediocridades
como la envidia, los rencores o los celos.
Me molestan los envidiosos
que tratan de desacreditar a los más capaces,
para apropiarse de sus lugares, talentos y logros...

Detesto, si soy testigo,
de los defectos que genera la lucha por un majestuoso cargo.
Las personas no discuten contenidos, apenas los títulos.
Mi tiempo es escaso como para discutir títulos.

Quiero la esencia, mi alma tiene prisa...
Sin muchas golosinas en el paquete...

Quiero vivir al lado de gente humana,
muy humana.
Que sepa reír de sus errores.
Que no se envanezca con sus triunfos.
Que no se considere electa antes de hora.
Que no huya de sus responsabilidades.
Que defienda la dignidad humana.
Y que desee tan sólo andar del lado de la verdad y la honradez.

Lo esencial es lo que hace que la vida valga la pena.

Quiero rodearme de gente
que sepa tocar el corazón de las personas.
Gente a quien los golpes duros de la vida
le enseñó a crecer con toques suaves en el alma.

Sí...
Tengo prisa por vivir con la intensidad
que solo la madurez puede dar.

Pretendo no desperdiciar parte alguna
de las golosinas que me quedan.
Estoy seguro que serán más exquisitas
que las que hasta ahora he comido.
Mi meta es llegar al final satisfecho,
en paz con mis seres queridos
y con mi conciencia.

Tener verdadero éxito en la vida es:
reír mucho y muchas veces,
incluso, en las peores circunstancias."



-Margonio de Andrade (Poeta, novelista, ensayista y musicólogo brasileño)-