martes, septiembre 01, 2015

Aplastamiento de las gotas.-
Yo no sé,
mira,
es terrible cómo llueve.

Llueve todo el tiempo,
afuera tupido y gris,
aquí contra el balcón
con goterones
cuajados y duros,
que hacen plaf
y se aplastan
como bofetadas
uno detrás de otro,
qué hastío.

Ahora
aparece una gotita
en lo alto del marco
de la ventana;
se queda temblequeando
contra el cielo
que la triza en mil brillos
apagados,
va creciendo
y se tambalea,
ya va a caer y no se cae,
todavía no se cae.

Está prendida
con todas las uñas,
no quiere caerse
y se la ve que se agarra
con los dientes,
mientras le crece la barriga;
ya es una gotaza
que cuelga majestuosa,
y de pronto zup,
ahí va,
¡plaf!,
deshecha,
nada,
una viscosidad
en el mármol.

Pero las hay
que se suicidan
y se entregan enseguida,
brotan en el marco
y ahí mismo se tiran;
me parece
ver la vibración del salto,
sus piernitas
desprendiéndose
y el grito que las emborracha
en esa nada del caer
y aniquilarse.

Tristes gotas,
redondas
inocentes gotas.

Adiós gotas.

Adiós.



(Poema de Julio Cortázar)