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Todavía un instante,
mientras todo se apaga,
la piedra que recoge
lo que el cielo desdeña,
esa mancha de luz
para cuando no quede,
un poco de calor
para cuando la noche.
Todavía un instante,
mientras todo se pierde,
la memoria que guarda
la belleza de un rostro,
esos ojos lejanos que derraman
su claridad aquí,
tan dulce y leve,
este amor obstinado
para cuando el olvido.
Pero el olvido nunca:
un instante final
que se transforma en siempre,
la luz sobre la piedra,
la mirada que dora tenuemente
todavía
-después de haber mirado-
la penumbra de un sueño.
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